Sudeep Dwivedi
Nacido el 23 de mayo de 1991 en Gwalior, creció en Indore, en el centro de la India. Ávido jugador de videojuegos, se introdujo en el mundo del arte cinematográfico durante las vacaciones de verano tras terminar el instituto.
Las imágenes, los colores y la composición le llamaron la atención, pero fue a partir de tres películas: Ciudad de Dios, Irreversible y Réquiem por un sueño, con las que se dio cuenta de que existía un lenguaje de cámara muy diferente y poco ortodoxo. Hecho que le llevó a ver más de 200 películas en dos meses, todas ellas joyas del cine internacional.
Procedente de una familia bastante conservadora de abogados, y de padre empresario, no pudo seguir estudiando cine, así que empezó una licenciatura de ingeniería y empezó a practicar la fotografía como pasión. Durante los dos años siguientes exploró la fotografía, tanto la analógica como la digital, y empezó a preguntarse por qué una imagen es más “correcta” que otra. Este anhelo de comprender el aspecto técnico del lenguaje fotográfico le llevó a su mentor de fotografía, el Sr. Hemshankar Pathak. Con él, aprendió la técnica de la fotografía, así como la comprensión ética y filosófica de la vida como artista.
En los siguientes años también exploró el mundo del cine, colaborando con artistas locales en varios cortometrajes. No fue hasta 2014 cuando convenció a su familia de que esta iba a ser su carrera, y se trasladó a Granada (España) para empezar su formación cinematográfica. En 2016 se trasladó a Barcelona para continuar con su formación, donde rodó varios cortometrajes, trabajó como colorista DI y graffer, además de un largometraje.
Durante todo este tiempo -la fotografía, especialmente la analógica- siguió siendo su verdadera pasión. Fue en 2017 cuando conoció a su segundo maestro, Moreno Bernardi, cuando fotografiaba la pieza teatral del artista italiano, Médée Kali. Desde entonces, ha seguido trabajando con él. En 2019 se convirtió en artista residente de Lo Spazio, el centro de investigación artística y prácticas contemporáneas dirigido por el propio Moreno Bernardi en Barcelona.
La exposición Instants de La Nit es su homenaje al K | LAB. uno de los laboratorios residentes en Lo Spazio, que tras nueve años de trabajo ha finalizado con la presentación de dos piezas teatrales, La Nit y Radionit.
Actualmente, Sudeep vive en Barcelona y trabaja como fotógrafo profesional, director de fotografía y colorista de DI. Ahora, combinándolo con su otra pasión, la cocina.
Muestra fotográfica
Seleccionar las fotografías correctas requería una narrativa, a la que llegué visualizando primero el diseño de Lo Spazio utilizando la clásica estructura de tres partes del cine: el principio, el medio y el final, así como dibujando un plano de Lo Spazio con el ancho y alto de las paredes. Como la exposición se inspira en La Nit y Radionit, las dos piezas de Moreno Bernardi, se trataba de presentar antes a Moreno, Guillem y David con una primera imagen que incluyera a los tres, que son el núcleo del proyecto escénico cuando empezó en 2012. Para luego terminar con Mònica que entró en el 2020, año en el que Moreno compuso Radionit.
En este sentido, tuve que tener en cuenta: (1) El equilibrio en cuanto a la presencia de los personajes. (2) Usar el espacio de una forma que permitiera a los visitantes una mayor inmersión, para así lograr un mayor impacto. (3) Y, lo más importante, he querido crear un equilibrio en el conjunto de la composición con imágenes colocadas enfáticamente.
Una vez decidida la narrativa, seleccioné cada imagen individual en función de dos criterios:
- Contenido: el impacto que recibo al observar a los personajes de Moreno, y lo que percibo cuando les interpreto durante un momento muy breve.
- Estética: la composición intrínseca de cada imagen y su función en el conjunto narrativo, es decir una imagen es momento por sí sola, y a la vez es parte de otro momento compuesto por 31 imágenes más.
Trato de distribuir el delicado equilibrio que queda entre la energía de las intenciones, y las emociones transmitidas.
Mis imágenes son un reflejo de cómo percibo el mundo y las personas que lo habitan. Cuando miro a través del visor de la cámara quiero captar la realidad de la acción del individuo. Con el tiempo, quiero ser capaz de ver los detalles del movimiento en el preciso instante que hago la fotografía. De momento, solo soy consciente de estos detalles cuando analizo las imágenes en la pantalla del ordenador. Como dicen algunos expertos de la fotografía en blanco y negro «…con suficiente práctica aprendes a ver en blanco y negro». Hasta hace poco, no llegué a comprender realmente el mensaje.
La fotografía en las artes escénicas consiste en captar el movimiento, instantes atemporales que nos inviten a la reflexión. El desafío no es solo conseguir que un instante en sí mismo sea capaz de contar una historia, o parte de ella, sino también llegar a mostrar una narrativa todavía más grande y compleja gracias a las emociones expresadas, no solo por el rostro humano, también por las líneas, curvas y sombras del cuerpo.
Trabajando junto a Moreno he aprendido el porqué de las cosas que me gustan y de las que no: disfruto de la sensación de movimiento en las imágenes.
Encuentro la absoluta quietud de la imagen percibiendo el movimiento que queda en ella, el momento anterior ha dejado una herencia viva en la composición interna y, a la vez, mueve el origen de lo que será.
Dejo que la mirada de quien observa continúe percibiendo el movimiento del momento que no he ofrecido. En el teatro de Moreno esto ocurre continuamente. Él logra dejar visibles siempre dos posibilidades: el gesto de la pieza, y cómo el espectador lo crea en su precepción.
La fotografía me permite buscar la perspectiva que necesito para que, en un momento particular en el tiempo y en el espacio, se manifieste la visión de “algo”.
A diferencia de los retratos, la fotografía escénica captura el cuerpo humano en movimiento: una sutil danza de líneas, curvas y sombras, además de cómo se descubre e interactúa consigo mismo. Se trata de reconocer la intención que no se declara a primera vista.
Cuando expongo una fotografía, deseo ofrecer la posibilidad de que quien observa, más allá del contenido de la imagen, viva el placer de conocer su vida, la vida que dura un instante.
Sudeep Dwivedi