“Koltès enmarca el texto entre comillas -como si el extenso parlamento fuera la cita de otro personaje, de otra enunciación, de otro discurso elididos-, anula la estructura gramatical de la oración (no hay mayúsculas de apertura -salvo una, la que abre el texto: “Tu tournais le coin de la rue lorsque…”- ni puntos de cierre) y desarrolla un continuum lingüístico que recuerda la notación de los monólogos interiores directos de la novelística contemporánea (por ejemplo, el capítulo XVIII de Ulysses de James Joyce), el “fluir de la conciencia”, el irrefrenable devenir de la palabra interna. El monólogo parece sí empezar, pero no terminar nunca. Emplea además una puntuación singular, en la que sobresale el uso irregular de guiones, con valor parentético o como indicadores de diálogo o voces citadas. La articulación del parlamento es eminentemente rítmica, musical, y parece estar regida por una gramática del habla -de la conversación- y del balbuceo, que a su vez responde a una matriz musical. La música de la respiración, de los titubeos del alma. Un decir entrecortado, vacilante, con fraseos incompletos, sometido a la pragmática de la seducción y la persuasión del otro, y al tanteo permanente para no traicionarse en zonas de clivaje. El protagonismo lo adquieren la melodía, la sonoridad, la estructura rítmica, que evidencian la teatralidad de este monólogo. No en vano la escritura de La noche… recuerda las notaciones características de la dramaturgia de actor, como si las marcas de notación estuvieran dadas por la respiración del actor, no del personaje o del texto poético en sí mismo.”
a partir de “Bernard-Marie Koltès: búsqueda y elaboración de una Poética” – por Jorge Dubatti