“El sonido de las letras cae en el espacio como gotas de una lluvia que aumenta y disminuye a lo largo de la noche, y las palabras van influenciándose en un único discurso. Son voces que, en un principio, son sonidos, un tentativo de hablar, un largo tentativo que solo con mucho esfuerzo se trasforma en habla: palabra, texto, dia-logo. Los dos, solos y abandonados, ven y perciben enemigos y peligros en todas partes y, como si estuvieran aún en su placenta, cumplen el esfuerzo (o el deseo nunca perdido) de volver a nacer. Cada uno percibe al otro por donde se mueve: le evita antes, le conoce después, y termina amándole. Es con él que se confiesa a sí mismo”