«Ella, en Blanco, les invita a ver el sueño y a rezar que se pueda cumplir. Por deseo o por nostalgia sacuden la tierra: hacen lo que pueden, pueden hacer una cosa más o pueden ser libres, quizás no en palabras ni con una mirada, pero sí con la mente, con el deseo y mirando hacia atrás. Atrapados en lo que han estado, en lo que han visto, en lo que han oído, en lo que han encontrado ladran palabras desilusionadas como balas…como dioses humanos que apuntan a su blanco, hacen de todo, con pistolas de juguete que echan chispas a Cristos de color carne que brillan en la oscuridad (la misma que, al romper el mediodía, eclipsa al sol como a la luna)…y ven, sin mirar muy lejos, que no hay muchas cosas verdaderamente sagradas. Mientras estén vivos, Ella, en blanco, languidece y se duele por cada uno de ellos, doblados por los azotes. Tienen que regresar afuera antes que la lluvia comience a caer, allí donde el hambre amenaza, donde las almas están olvidadas, donde el negro es el color, y ninguno el número, y lo contaran, lo dirán, lo pensaran y lo respiraran, y lo reflejaran desde la montaña para que todas las almas puedan verlo. Ella se mantendrá sobre el océano hasta que comience a hundirse, y cada uno sabrá su canción antes de empezar a cantarla…y entonces todo irá bien.»