DEMIAN LUNA – LA MUSICA

“El hecho de que este proyecto sea el de la composición musical para una obra escénica para bailarín ensamble (+ electrónica) se basa en dos motores fundamentales:

1) Mi trabajo de estos últimos años -estudio, investigación y experimentación- y evidentemente la creación de mis obras más recientes, se basa en el «gesto». En el «gesto instrumental» -energía / sonido- y en el «gesto del instrumentista» -energía / movimiento-, y las diversas utilizaciones del concepto de gesto y del efecto dramático de este, como estructurador del discurso musical.

2) Mi admiración e interés por el mundo de la danza y la creación interdisciplinaria.

La conciencia de la importancia del gesto instrumental ha estado siempre presente en la música, pero es a partir del trabajo iniciado por las vanguardias musicales de la segunda mitad del siglo XX y, sobre todo, el trabajo y experimentación en este sentido iniciado por Lachenmann hacia en la década del 70, cuando-además de la ampliación de la escritura instrumental y la incorporación del ruido como ampliación del concepto de sonido- el gesto instrumental -acción / sonido- y el del instrumentista -energía / movimiento – adquieren valor estructural en la composición musical.

Mi trabajo y mi producción de estos últimos años se basa en profundizar en esta idea del gesto

instrumental/instrumentista como estructurador del discurso, y en explorar las diversas vertientes dramáticas que de ello se deriva. Ante un SXXI que se presenta con la ampliación ya consolidada de la técnica instrumental, del concepto de sonido -incorporando el ruido-, la exploración en el terreno del gesto del instrumentista se me hace necesaria y urgente.

Es a partir de mi obra para ensemble Introspección III (2010-11), donde este camino de búsqueda comenzó. Pero es sobre todo en la escritura para instrumento solo donde pude encontrar el medio adecuado para su experimentación, que ha dado como resultado varios trabajos teóricos sobre técnica instrumental ampliada y papel actual del instrumentista, expuestos en conferencia en varias instituciones y países. Entre ellos, mi tesis: «El piano ampliado-El pianista total», basado justamente en la técnica instrumental ampliada mediante la utilización de diversos gestos instrumentales y el papel actual del instrumentista, como constructor de drama, trama y forma, desde su gestualidad. Trabajo que me sirvió también para conseguir la cátedra de Instrumentación III -técnicas actuales de escritura-, del Conservatorio Superior de Música del Liceo.

Este camino hacia la estructuración dramática y formal de mis piezas basado en el gesto -de la manera anteriormente explicada- se consolida como motor principal de mi pensamiento musical en mis últimas obras, desde la serie «Memorias del Abismo» (I: para trío -violín, violonchelo, piano-; II y IIb para piano solo; III para violonchelo solo; IV para violín solo y V para piano solo) hasta mi última pieza para ensemble “El Elogio de la Sombra” -para ensemble de seis músicos- (Encargo del Festival Mixtur y estrenada por el ensemble Bcn216).

Con el trabajo realizado desde el año 2010 en cuanto a gesto instrumental / gesto del instrumentista, este proyecto se basa en un nuevo desafío y necesidad: la idea de trabajar con un gesto «ajeno», proveniente de fuera del ensemble, ajeno a los músicos en el hecho de que es el «gesto de otro» lo que también estructura el discurso. La idea de una energía gestual disparada hacia todas direcciones y cubriendo todo el espacio. Traduciéndose en sonido y movimiento. Viniendo de fuera del ensemble hacia dentro y desde el ensemble al bailarín, construyendo un gesto común, una convivencia de gestos. Una energía gestual que se proyecta por la sala, hacia los espectadores.” [DL]

 

JOSEP ABRIL – EL VESTUARIO

“He asumo este proyecto desde la mayor ignorancia de cómo sería al final, cosa que ha dado sentido a todo el proceso de trabajo. Partimos de unas premisas que he aprendido después de trabajar estos años con Moreno: Moreno no se viste para bailar, sino que “baila” las piezas. Las baila dentro, en medio, fuera, las habita, las sufre, las ignora o las disfruta. Crea habitaciones y recamaras dentro de una manga, balcones de un cuello, o pasillos de un puño… A veces las piezas son prisiones, a veces lujosos vestidos de alfombra roja.

Defiendo que vestirse es hablar. Pero Moreno no habla, lo vive. Ahí nace mi interés de trabajar con él, experimentar. Quiero ver como nada es usado para lo que ha sido pensado, ver como el gesto transforma, crece, muere. Considero la belleza un vehículo de expresión, capaz de despertar una fuerte emoción directa a la piel, sin necesidad de mostrar una referencia visual procesada por la mente.

Esto me libera de ciertos corsés temáticos, y da más alas a la intuición que a la cabeza.

“Una cosa rotta” es un proyecto abierto a experimentar, con los elementos de principio estáticos que construyen una prenda o un conjunto. Las prendas se desarrollan a medida que nacen el gesto y el movimiento, e interactúa con ellos.

La materia aparece inocua, con el gesto crea la forma, y con la fuerza, dirección o contradirección, se deforma…el tejido es la otra piel, la que construye el habitáculo que es la prenda, como expansión o restricción del mismo cuerpo que habita y es habitado.

Hemos trabajado el vestuario como un objeto dramatúrgico, como otra escritura, creando con él encuentros y desencuentros, siempre más allá de las funcionalidades de una prenda. El lenguaje del color, el peso, el olor, el ruido de la materia interactúan con el movimiento. El volumen y las costuras obligan a cierto recorrido del impulso, y lo frustran, lo cambian o lo potencian. El espacio plástico de entre el cuerpo y la pieza es un tercer elemento, un vacío, que participa y se nutre del movimiento.

MORENO BERNARDI – LA DANZA

“Desde el punto de vista coreográfico la danza terminará siendo un solo: las creaciones en solitario han acompañado toda mi carrera, hasta la fecha se trataría del decimoséptimo solo, entre piezas para compañías y otras dirigidas. Los ‘solos’ que he ido creando siempre han sido indicadores de los momentos artísticos que iba cuestionando y que a la vez contribuían a evolucionar mi lenguaje de composición del movimiento.

El hecho de que este proyecto sea el de la composición musical destinada una nueva obra coreográfica mía se basa en unos intereses coreográficos, un punto de partida que cuestiona el concepto de ‘origen’ y la música de Demian Luna.

– Intereses coreográficos e investigación del vocabulario del movimiento:

Voluntad de pureza del gesto, relación con el silencio del movimiento en cuanto a materia físico/sonora que comparte con el sonido de la música el umbral sutil de la manifestación artística cuando esta es esencia matérica y formal del encuentro entre los lenguajes: danza, música, diseño (diseñó del espacio, de la iluminación y del vestuario).

Abertura de posibilidades del ser espiritual y creativo que es objeto y sujeto de un pensamiento poético en movimiento, siguiendo un sistema asociativo entre los elementos implicados y que interioriza el sonido haciendo del gesto una expansión del encuentro artístico y humano.

Un cuerpo que es escultura dinámica y efímera en la dimensión espacio-temporal de la forma y que habita la música con fuerte deseo de intensidad y ligereza, de concentración y evanescencia, de contraste y coherencia, de imposibilidad y decisión.

La verticalidad del movimiento, transcripción de la consciencia elevada de si mismo y del mundo, que se mantiene firme a pesar de los estímulos musicales que la llevarían a otro estado y se hace, por su firmeza, presencia del instante que se dilata, de la inmediatez de la infinitud.

Mover el espacio entre sonidos allí donde el silencio y la suspensión estiran el tiempo hasta el momento en el que la composición se erige por una tensión acumulada, un nudo agudo de intensificación de todas las posibles direcciones, renunciando a la más obvia, construyendo el paso siguiente como si de una última necesidad se tratara.

El gesto preciso y gráfico que acentúa la pureza impresa en el cuerpo, incluso cuando el movimiento dinamiza y lucha con una serie de tensiones internas que le limitan la clara decisión en el espacio.

Es el movimiento que renuncia a su evidente evolución para construirse y reconstruirse a sí mismo allí donde trata de descubrirse e entenderse y sorprenderse a sí mismo.

El desplazamiento del centro de gravedad: cada parte del cuerpo y hasta lo más pequeño de los gestos como centro de gravedad y motor de desplazamiento haciendo del cuerpo una geografía poética de las posibilidades, generando un discurso consigo mientras explora y expande su estrecho ligamen con la música; es un encuentro entre origines.

Una poesía en movimiento, más allá del movimiento poético o de una idea poética bailada.

– Punto de partida coreográfico:

El tentativo de poner vocabulario y lenguaje al estrecho ligamen e inquebrantable entre la condición de ser ‘espacio y tiempo’ y estar en un espacio y tiempo (la música) es una investigación que me acompaña en los últimos años y que me ha llevado a un cambio de peso de las convenciones sin nunca renunciar a la belleza y a la harmonía. Cuando compongo una coreografía o una cualidad de movimiento siempre empiezo desde la nada, con el silencio, desde el encuentro del movimiento consigo mismo, como materia que aún no ha definido su forma. La música de Demian Luna me provoca sensaciones reales, con el significado exacto de ‘provocar’: llamar mi atención gestual a favor de algo, para mi desconocido en su primera escucha. Hay algo laberíntico en su música que me atrae, me limita y me ofrece libertades imprevistas. Me ofrece un espacio físico por donde pasar y construir el gesto, y en este pasaje busco dinámicas y expreso deseos con fuerza y atención para mantener viva la relación que el sonido me presenta: la autenticidad del cuerpo que no renuncia a sí mismo y acepta lo inexplicable de su misma diversidad. La música de Luna golpea mi cuerpo, lo ata y lo defiende, lo libera y lo asusta, lo atrapa y lo suspende…es una piel en el tiempo con el que el movimiento despliega su esencia, allí donde los opuestos conviven y se complementan generando un equilibrio efímero y capaz de sostenerse solo por la precisa combinación de los elementos. Es la forma, la que quiero encontrar ahora con su música, más allá del movimiento formal.

Cuando Demian Luna me expresó el deseo de componer una música original destinada a mí, a mi danza, lo primero que pensé es exactamente es esto: ¿original?  ¿origen? ¿y mi origen?, no construir formas, deseo ser forma.

– Danza/música:

Investigo una zona sobrenatural, más allá de las sensaciones prosaicas y funcionales con el sonido, en la que sonido y movimiento se desarrollan, se acercan, se alejen e incluso salen el uno del otro, permaneciendo en una constante convivencia emotiva, sentimental, real y abstracta. Deseo que la vibración pueda se retenida por la más pequeña fibra del cuerpo, cuanto más grande la vibración más pequeña será la fibra. Un contraste de direcciones y posibilidades para que el movimiento enérgico se vea obligado a una manifestación ligera y el gesto frágil a una fuerza contundente. Busco la habilidad y la consciencia que el movimiento necesita para reaccionar al más débil aliento sonoro manteniéndolo vivo y firme en un deseo de fuerza: ver la música y oír la danza. La música es un evento real (como en la vida misma) que ocurre y se manifiesta ocupando un espacio y modificando la percepción del tiempo y del estado del individuo: el sonido conocido y desconocido filtrado por el cuerpo y por las fuerzas del pensamiento del movimiento crea memoria, encuentro, desencuentro, acciones y sentimientos – el cuerpo ‘objeto’ de la música ya no me interesa, busco y habito el gesto que es antes de la relación musical, el gesto que no se funde con el sonido, es el cuerpo que dialoga y convive en el espacio con otra entidad, la música, un discurso material entre formas. Investigo el momento antes del sonido, y después, lo que queda de ello: la inmovilidad y el desplazamiento, corporal y sonoro, a la búsqueda de la inestabilidad como punto ideal del equilibrio.